
En este disco, aún coqueteando con distintos géneros, Mariah prefiere no experimentar y hacer lo que todos esperamos de ella. Esto, tras más de veinte años de carrera, podría resultar repetitivo o cansino si no fuera por la altísima calidad de los temas del disco. Recordando mucho al disco de la mujer de Jay-Z en variedad y calidad de la producción, Mariah consigue ponerse al nivel de este pues, aunque el de Beyoncé es quizás más arriesgado y moderno, en el de Carey las melodías están siempre al nivel del sonido: melodías melosas, románticas, pegadizas y sensuales. Y eso, en un disco de catorce canciones no es tan fácil.
Pocos discos tienen tan poco relleno en un tracklist tan amplio. Ya desde el principio, con Cry., un baladón rhythm & blues con bien de coros y sin duda, la melodía más emotiva del disco, consigue cautivar. Aunque también se dan momentos más movidos, es un disco compuesto en más de la mitad por baladas, desde el hit #Beautiful, en el que la colaboración con Miguel da un toque absolutamente único con esos bajos, Heavenly (No Ways Tired/Can't Give Up Now), que a pesar de lo tópico que puede parecer acabar un disco de Mariah con un coro gospel resulta un cierre perfecto o You're Mine (Eternal), que aún a pesar de ser una elección de primer single pésima sigue siendo una balada más que digna, con esos atractivos coros.
En la parte más uptempo, encontramos la colaboración con Wale (aunque bastante anecdótica), You Just Don't Know What To Do, con un inicio a lo medio tiempo que explota en un tema dance noventero bastante sólido, Thirsty, que es más bien el Niggas In Paris de Mariah (el hip-hop es más que un simple acercamiento en este álbum) o la genial Money, con unas trompetas que tan de moda están ahora y, sobre todo, un estribillo tan pegadizo y genial que sería un total error no lanzarla de single.
Por supuesto, entre tantas buenas ideas algunas tienen que cojear, como Supernatural, en la que sus hijos meten su voz sonando un tema demasiado cursi sobre todo teniendo en cuenta su posición entre temas tan moviditos, One More Try, que es sencillamente olvidable, o Faded, que sin ser mala está muy claro que ha sido introducida por hacerle un favor a Mike WiLL Made It, aunque oír su sample inicial resulta más que molesto en un disco así. Sin embargo, resulta sorprendente que no haya un solo tema malo en un disco en el que Mariah flirtea con el pop, el soul, el dance y el hip-hop, y aunque generalmente cuando las popstars tiran hacia esos terrenos suelen salir cosas casi de vergüenza (“don't want your jewels, I want your drugs...”), Mariah consigue hacerlo de una forma elegante y sin saturar, a pesar de ese horror de título/portada. Y eso, señores, en un disco de 2014 es, cuanto menos, digno de mención.
8,1.
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