domingo, 2 de septiembre de 2012

Sé Lo Que Estás Pensando, de John Verdon

Nunca he hecho una reseña de este tipo a un libro. Por motivos académicos, he hecho comentarios, los cuales suelen tratar, de manera impersonal, el autor, los personajes, el argumento, los datos del libro, el vocabulario, la opinión, etcétera. Pero sé que esto es completamente diferente.
Una reseña de un blog debe ser una opinión que hable de los personajes y que trate un poco del argumento sin hacer spoilers; todo esto dándole un toque personal a la crítica. Todo un reto.

También tengo presente que las críticas a los libros serán las menos "exitosas" del blog. Ocurre algo parecido a las reseñas de álbumes: si el disco es de un artista que amas (o, por el contrario, odias), la leerás. Si es de un grupo o cantante que no llame tu atención en lo más mínimo, pasarás completamente de ella. Con los libros es igual: si te gusta la lectura, puede que leas la reseña (todo esto dependiendo de tus gustos literarios); si no, lo más seguro es que, a no ser que tengas curiosidad por ver como me desenvuelvo en esto de las críticas literarias, pases de ella.
Dada esta introducción a las reseñas de libros, comienzo:

Dave Gurney, detective de homicidios retirado del Departamento de Policía de Nueva York, vive con su mujer, Madeleine, en la aparente tranquilidad de una casa apartada del condado de Delaware. Aparente porque, aunque ambos viven retirados e inmersos en sus hobbies, la relación de los dos consiste en una serie de "mini-batallas", no tan grandes como para ser consideradas discusiones, pero sí para que se note que la convivencia no es la más adecuada ni la más fácil.
Estas "mini-batallas" son, casi en su totalidad, por el trabajo de Dave: ella muestra resentimiento porque, aún retirado, Gurney sigue inmerso en el mundo del homicidio al editar, como actividad artística, las fotos policiales de asesinos; él porque, debido a Madeleine, había dejado el cuerpo hace poco. Sin embargo, Dave sabe que ha perdido mucho debido a su puesto de detective, y no quiere perder a su segunda esposa, Madeleine.

Por eso, cuando se le presenta el caso de su antiguo compañero académico, Mark Mellery, participa en él dando la excusa de que no es algo profesional: Mellery le había pedido ayuda y él debe (y quiere) ayudarle.
El caso comienza como un acertijo, algo casi paranormal: en una carta enviada a Mark Mellery, antiguo alcoholico y actual dueño y "gurú" de un centro de renovación espiritual para ricos, se le pide que piense en un número. El número que piensa -el 658- aparece en el otro sobre de la carta. Este aparentemente imposible suceso se une al hecho de que el emisor dice conocer tan bien a la víctima que sabe que pensaría ese número y que, por un hecho ocurrido en el pasado, ansía venganza. Después de más poemas amenzadadores y de volver a adivinar el número en el que pensaba (el 19, esta vez), Mark es asesinado, aparentemente, por múltiples cortes en la garganta con una botella. Lo incongruente de la escena del crimen y la aparición de otros asesinatos por el mismo asesino hacen que Dave comience a meterse más y más en esta especie de rompecabezas sádico que el escritor se monta.

A parte de la historia centrada en Gurney, el prólogo y algún capítulo intermedio son diálogos entre el asesino y su madre. Esto hace que en algún momento sepas sin que el libro lo diga que alguien a quien se menciona es el asesino; sin embargo, no sabes su nombre, ni siquiera puedes estar seguro de que el asesino no sea un policía o cualquier otro personaje que ya ha aparecido en la historia. Puedo asegurar que el final no es esperado, y que, como dicen en Papel En Blanco, te deja un poco en evidencia.

Como momento a destacar, la charla de Mellery a los integrantes de su centro es muy buena. Aunque no parece tener nada que ver con la historia, -y, de hecho, no lo tiene- es una buena forma de compartir pensamientos del escritor. Habla de la forma de ver las cosas: si en una discusión yo grito, pienso que es porque tengo razón y es la única forma de que la otra persona se dé cuenta de que llevo razón; si grita la otra persona, es porque es violenta y necesita gritar para hacer que sus argumentos parezcan válidos. Sinceramente, da qué pensar.
Otro gran momento es al final del libro, cara a cara con el asesino. Obviamente, no voy a hablar de esta parte, pero debo decir que es magnífica. 
Además, tiene ciertos toques de humor, como llamar a uno de los árboles McIntosh, o llamar Sigourney a una de las mujeres por no saber su nombre, simplemente porque se parece a Sigourney Weber.

Una de las características más destacadas del libro es su carácter psicológico. Se pueden saber, en mayor o menor medida, los rasgos de todos los personajes. Esto se debe a que Gurney está, por naturaleza, muy acostumbrado a analizar todo, en especial las acciones y reacciones de las personas. Sin embargo, este carácter analítico le juega una mala pasada al escritor: cada vez que Gurney va en coche o mira por la ventana, puede ocupar media cara describiendo, con metáforas incluídas, el tiempo atmosférico. Esto hace que el libro, a veces, pueda resultar algo pesado.

Respecto a los trucos del asesino para aparentar que ni lo de conocer el número ni el propio escenario del crímen tiene sentido, he de decir que son impresionantes, nada predecibles y que resulta embarazoso, porque, quieras o no, tu mente piensa en razones ilógicas. Pero Gurney tiene razón: "todo tiene un sentido lógico, el problema es que no estamos haciéndonos las preguntas adecuadas".

Dave es un personaje redondo: al final del libro le conoces perfectamente y te metes en su piel. Madeleine es otro gran personaje del libro, al cual conoces y admiras tanto que te parece estar casi enamorado de ella. Por último, el otro gran personaje es el asesino. El escritor hace un gran trabajo metiéndose en papel de un psicópata con una terrible historia. Sencillamente impresionante.


Si queréis un libro que os cautive, que sea algo más que el típico libro de policías y asesinatos y con uno de los asesinatos más inteligentes que he visto en un libro, Sé Lo Que Estás Pensando es vuestro libro. Yo comencé con él en noviembre y lo dejé alrededor de la página 150; pero he vuelto a empezarlo y esta vez me ha enganchado tanto que solo he necesitado cuatro días para leermelo entero. Y ya tengo No Abras Los Ojos en mi iPad, la secuela, que estoy deseando empezarme.


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