martes, 29 de octubre de 2013

Katy Perry - Prism, para gustos, los colores.

El pop está en una era de transición. Sin duda. Las vivimos cada pocos años. Que si del dance al r&b, de los baladones a los temas veraniegos, siempre hay un estilo de moda que arrastra a todos los que se encuentran en la escena pop. Sin embargo, hay algo distinto esta vez. Normalmente, un disco o un single se sale del molde, coge un estilo diferente, lo peta y, por consiguiente, hace que todos los artistas pop se dediquen a sacar temas de ese estilo. Pero esta vez, la industria ha ido cambiando hacia diferentes órbitas: podríamos decir que ahora se llevan los noventa (Justin Bieber - All That Matters, Rihanna - Loveeeeeee Song); pero también podríamos decir que se lleva el indie (Gotye - Somebody That I Used To Know, Lorde - Royals); los medio-tiempos/baladas (Rihanna - Diamonds;  el mismo segundo single de Prism); sin olvidarnos del dance, que David Guetta y Calvin Harris tienen que comer (aunque incluso ese género van sufriendo variaciones: Avicci - Wake Me Up, Ellie Goulding con Madeon - Stay Awake). No queda claro qué dirección tomar, qué va a triunfar, qué mola en una actuación (solo hay que ver la de Miley en los VMA), qué fotógrafo es el que mejor fotos hace (es pensar en el pastón que gana Terry Richardson y se me revuelven las tripas), qué portada puede marcar un antes y un después (¿habéis visto la de ARTPOP de Lady Gaga? ¡qué horror!). El pop está en confusión, pero eso no tiene por qué ser malo; si no sabes qué hacer, hazlo todo. Parece que esta es la filosofía seguida por Katy Perry para su tercer álbum de estudio, Prism, ¿le sale bien?

El disco en cuestión abre con su primer single: Roar. Me pasó lo mismo que con Applause, al principio me gustó pero me fui dando cuenta de lo genéricos que son. Roar es predecible, bastante lineal, cogiendo la fórmula de Teenage Dream y quitándole cafeína. No puedo decir que moleste mucho en Prism porque si es el primer track es porque no pega nada entre el resto de temas, aunque cada uno sea de su padre y de su madre. Y eso es bueno, porque Roar nunca me gustará. 6/10.
Si pensabas que solo Gaga y Rihanna se inspiraban en música del mundo para su música (la primera, por ejemplo, en la música mariachi; la segunda, en el reggae caribeño), eso era antes de Legendary Lovers. Es difícil clasificar este tema: no es un tema movido, ni tiene demasiada fuerza; pero tampoco es un medio-tiempo. Sea como sea, esa melodía que te hace dejarte llevar, esos toques que te transportan al Tibet y ese juego vocal en el “we could be” del estribillo te van a cautivar. Si no, al tiempo. 9,5/10.
Mezclando el ritmo de California Gurls y el ambiente festivo noventero nos llega Birthday. ¿Que Mariah Carey lo hubiese metido en su primer álbum? Pues no sé, pero lo que sí sé es que Perry lo ha metido en su tercero, y demos gracias. No es que sea el Santo Grial del pop, pero Birthday es tan disfrutable, tan del rollo Party de Beyoncé, que no pararás de moverte cuando suene en tu iPod. 8,5/10.
Continuamos con otro tema movido y divertido. Ya os hablé de Walking On Air, que revive el dance noventero de una forma fresca y atrevida. Ya sabéis que la última década del siglo XX está más que de moda en el pop, y Katy lo sabe. Tenía que haber sido single. 9,6/10.
El segundo single de Prism, Unconditionally, tiene una entrada en este blog en el que no hago más que piropearle. Aprecio mucho cuando una artista lanza como single una balda, sobre todo teniendo temas dance machacones en el disco. Unconditionally es, como single, una maravilla, un himno gay, una balada elegante y preciosa. Sin embargo, en Prism, entre trallazo y baladón, este medio-tiempo desluce un poquito. Veremos qué puede hacer el vídeo. 8/10.
No todo es bonito, no todo son cumpleaños ni caminatas por el aire. Toda familia tiene oveja negra, pero en Prism, es un caballo. Os hablé de Dark Horse hace tiempo. No me gusta. Dark Horse une una gran melodía de Katy con una grandísima base electro-urban. Una delicia por separado, una horterada junto. Perry, los ritmos urbanos le van a Riri, no a tu voz. 5/10.

A veces hay temas que escuchas y, por mucho que no entran dentro de tu esquema de 'canción perfecta', te enganchan. This Is How We Do tiene una letra demasiado predecible, una producción muy básica, y tampoco es que sea algo nuevo en la carrera de Perry (¿alguien ha dicho Last Friday Night (T.G.I.F.)?). Sin embargo, la melodía, el ambiente en plan concierto y, sobre todo, ese “eh? no, no, no, no, bring the beat back!”, lo convierten en un tema que debe sonar en cada fiesta, que debería haber sido primer single, un himno de la música de fiesta sin necesidad de puentes dubstep ni dance machacón. Así sí. 10/10.
Al siguiente tema es difícil pillarle el punto. No está mal, pero entre tanto dance tan bien hecho, International Smile suena plana y genérica. Ese punto final de Daft Punk no me desagrada nada, pero no llega a convencer. Del montón. 7/10.
Katy sabe que Teenage Dream no solo fue un discazo por los hitazos, sino por esos medio-tiempos entre el pop y el rock, sencillos y agradables. Por eso, en Ghost, ha querido traer de vuelta uno de los mejores temas de TD: Pearl. Tú sí que molas, Katy. Y la letra es de las más jugosas de Prism. 9/10.
Seguimos con medio-tiempos. Love Me es adictiva porque las melodías de esta mujer siempre lo son. Pero sí, le falta algo, esa base suena a muy poquita cosa. Una pena. 7/10.
Ahora sí que no. Vale, yo entiendo que en el pop hay muy poco por hacer y que Gaga lo hizo con Express Yourself de Madonna y no pasó nada. Pero no puedes colarnos una versión realentizada del magnífico-perfecto-expléndido Dancing On My Own de Robyn y quedarte tan ancha. Con This Moment te ganas el suspenso, maja. 4/10.

Tres letras, una palabra, un nombre que no habéis parado de oír: Sia. Ha producido muchos de los hits de los últimos años. Y Katy Perry quiere un poco de eso. Sin embargo, en Double Rainbow, parece que Sia no se hubiese tomado el café de la mañana. Las canciones de esta mujer suelen ser baladones con mucha fuerza (salvo magníficas excepciones como Kill & Run), pero aquí se queda a medio camino, con un tema que aburre un poquito. 6/10.
Cuando tienes un tema que suena triste e intenso, tienes dos opciones: darle una producción electrónica y que pierda su esencia, o hacerlo sencillo y minimalista. By The Grace Of God suena a la última opción, y como es la única de su estilo en Prism, no aburre, sino que consigue su propósito: emocionar. Muy buen fin de la versión estándar. 8/10.

Las versiones deluxe suelen tener temas peores, hechos para los fans, que se tragan cualquier cosa. Digo suelen, porque, a veces, esconden maravillas como este Spiritual. Sensual, mística y difícilmente olvidable. No es un tema complicado, y eso mismo lo hace perfecto. Así sí. 9,5/10.
Cuando creía que lo de Spiritual era una excepción, volvemos a encontrarnos un temazo en la versión deluxe del disco. La parte grandiosa de TD que traía de vuelta Ghost se da totalmente de manifiesto en esta parte del disco. It Takes Two suena a algo que sí podría haber hecho Sia, pero, a su vez, a algo que solo Perry podría meter en su disco. Muy buena. 9/10.
Choose Your Battles, que clausura Prism del todo, hubiese sonado bastante aburrido en la versión estándar. Aquí, no es que suene a temazo: le faltan retoques, y se nota. Pero tampoco destroza el disco, solo suena algo peor. 6/10.


Perry me la había colado. Esos adelantos me pusieron la piel de gallina, haciéndome esperar un disco en el que los temas solo se rigiesen por querer números 1. Sin embargo, Prism, como un prisma, recoge la música de Perry y lleva a cada tema en una dirección, cada tema de un color. Ni resulta agobiante, ni plano, ni genérico: Prism tiene muchísimos buenos momentos y los malos no son tan malos. Quizás la segunda parte de la edición estándar es un poco peor, pero, sin duda, este disco sí merece el éxito que está cosechando. Bravo, Katy Perry.

“There's just an echo where your heart used to be.”

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