lunes, 7 de abril de 2014

Arctic Monkeys - AM, dándole vueltas a ese estilo que les hizo famosos.


Sigo con mi repaso a esos discos que me dejé en el tintero el año pasado con los Arctic Monkeys y su AM (no confundir con el AM de Abraham Mateo, por favor). Con un rock accesible y fácilmente recordable, la banda británica se consolida con su quinto álbum, en el cuál, en su atrayente portada, se prescinde de cualquier tipo de texto, obviando tanto el título como el nombre del grupo. ¿Aires de superioridad? Yo más bien apuntaría a que buscan mantener el misterio para aquellos nuevos en el sonido de la banda, aunque sea cada vez más difícil en la llamada 'era de la información'.

El disco comienza con la marcada percusión de Do I Wanna Know, sin duda el tema más carismático del disco y que ocupó un puesto en el Top 10 de mis 30 canciones favoritas del año. Estratégicamente colocado como primer track, resulta uno de los aciertos del disco al mostrarnos exactamente de qué pasta están hechos los de Sheffield; riffs de guitarra, baterías potentes, una mezcla de furia y melancolía en sus melodías y la sugerente voz de Alex Turner. Y es que el grupo lo sabe, su principal atrayente es su vocalista principal, un dandee del indie, un ídolo de masas underground, y esto podemos verlo en otros temas como Arabella, temazo en el que aparte de su ingenioso bajo y su atractivo título, llama la atención sobre todo la voz de Turner, que se vuelve sensual e insinuante. Si es buscado o simplemente se debe al carisma natural del chico es algo que no puedo decir con seguridad, pero las casi 160.000 copias que vendió solo en Reino Unido en su primera semana este AM parecen confirmar que funciona.


Quizás menos fuertes suenen otros temas, con, por ejemplo, una fuera de lugar Fireside, una demasiado sensiblera Mad Sounds o una Knee Socks que no aporta nada; sin embargo, sin perder ápice de su estilo, la banda va surfeando entre distintas posturas en este disco, saliendo bien en la mayoría de casos. Tanto cuando se ponen sensibleros, como en No 1 Party Anthem, en la que suenan a una banda adolescente haciendo sus primeros pinitos con una versión de una rareza de Amy Winehouse, o en la melancólica y algo tenebrosa I Wanna Be Yours, que cierra el disco; como cuando quitan protagonismo a Turner para dárselo a las guitarras en I Want It All, la banda consigue sonar a frescura habiendo lanzado cinco discos ya y sin haber inventado absolutamente nada. Why'd You Only Call Me When You're High y One For The Road deciden dejar vía libre a los bajos, con melodías casi brillantes (especialmente los versos de la primera) mostrándose como los otros dos aciertos del disco.

Los primeros discos, se dice, son para definir el sonido de un grupo, mientras que los siguientes son para afianzarlo, y darle miles de vueltas. Lejos queda aquel Whatever People Say I Am, That's What I'm Not con aquella foto de un amigo de la banda fumando que tantas críticas les sirvió. Los ingleses ya están más que consolidados y con este disco muestran que no son otra banda más, que van a por todo.

8,2.

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