sábado, 3 de agosto de 2013

Comparativa entre el libro y la película: Las ventajas de ser un marginado, ni Hollywood puede arruinar esta historia.


Adoro el verano. Y no por lo que lo adora todo el mundo, no. Me gusta por aquello que la gente odia: esos ratos vacíos en los que no hay nada que hacer. Porque mientras algunos los pasan durmiendo, o simplemente tumbados en el sofá viendo la tele, yo los aprovecho para leer, pues no tengo mucho tiempo entre septiembre y junio. 

Me había visto Las ventajas de ser un marginado hacía un par de meses, y me había encantado. No sé si por la historia, por Emma Watson o por esa mezcla de sexualidad, amor y drogas en la madurez floreciente de los personajes, pero el caso es que la he visto varias veces. Al principio, consideraba que no tenía ningún final demasiado cerrado. Y es cierto, no lo tiene, pero daba la impresión de que, más que narrarte la historia de amor entre Sam (Emma Watson) y Charlie (Logan Lerman), el escritor (Stephen Chbosky) solo quería contar el curso del protagonista, en el que ocurrían historias relacionadas con su familia, el primer amor, la madurez; sin cerrar ninguna de ellas del todo. Pero, en realidad, sí hay algo que se descubre al final que parece explicarnos la personalidad de Charlie al completo, algo oscuro relacionado con su tía Helen. 
Lo malo de la película es que no conseguí descubrir esto en ella. Me di cuenta de que se mencionaba algo, pero, como no lograba encontrarlo a lo largo de los cien minutos que dura el film, tuve que buscarlo en un resumen. Y me sorprendió tanto que decidí leerme el libro.

Hay un punto muy negativo (e inevitable) de la película, y es que se salta muchísimas cosas. Es normal, pues todo el libro se basa en cartas en las que Charlie resume los hechos y en la película estos hechos deben mostrarse con escenas que no ocupan un par de líneas en las hojas, sino varios minutos de la película. Por ejemplo, la relación de la hermana de Charlie con "el coleta" (que no se llama así en la peli) se mantiene en secreto, pues los padres de estos se enteran gracias al profesor de Literatura de Charlie que la pegó. Sin embargo, sí que resulta curioso que se inventen cosas, como cuando Charlie ayuda a Sam con la nota del examen de acceso a la universidad, hecho que no se da en ningún momento de la versión literaria, o como cuando se dice que Alice roba vaqueros en el centro comercial.
También hay que decir que hay problemas con el personaje principal. El problema no está en Logan Lerman -que hace una buena interpretación digna del personaje que le dan- sino que recae justamente en el personaje que le dan. En la obra, Charlie no solo no deja de llorar ante cualquier situación que le cause pánico o una alegría tremenda, sino que es bajito y, más que inseguro (como se le representa en la cinta), simplemente no tiene ni idea de la vida real. Un buen ejemplo de esto es el tema de la masturbación, pues Charlie no sabía lo que era hasta que Patrick se lo explica. Tampoco me gusta que cambien por completo una parte interesante de Charlie, y es su forma de ver la religión. Mientras que en el libro, Charlie dice que, a pesar de no haber sido criado muy religiosamente, cree mucho en un dios al que no ha puesto nombre, en la película se omite a Dios de los pensamientos del personaje, aunque su familia bendice la mesa y lo lleva a misa.
Sin embargo, lo peor de la película es el guión. Ya no es solo que omitan partes, sino que los diálogos son absurdos en ocasiones. Hay veces que son difíciles de comprender, sin tener ningún tipo de sentido en medio de la conversación, y, otras veces, son simplemente estúpidos. Por ejemplo, la frase estrella de la obra/película, "aceptamos el amor que creemos merecer", se muestra de forma distinta en ambas versiones. En la cinematográfica, Charlie pregunta a Bill, su profesor de Literatura, "¿por qué no podemos salvar a nadie?", refiriéndose a que Sam esté saliendo con Craig. Todo queda demasiado forzado, como buscando hacer una parte más profunda, y roza lo surrealista. Sin embargo, en el libro es diferente. Charlie le cuenta a Bill que "el coleta" pegó a su hermana, y ahí es cuando el otro suelta la frase. Y sí, puede que no sea la típica frase que alguien suelta en este tipo de situaciones, pero al menos esa parte del libro tenía sentido en la historia, no era simplemente un diálogo en el que meter una frase bonita.

Aún así, la película también tiene partes buenas. Todo lo visual es maravilloso, captando perfectamente esa escena underground noventera sin rozar lo pretencioso. La escena del túnel, con la canción Heroes (David Bowie) es mucho mejor que en el libro. Es más, me pareció un gran detalle que se inventasen que estuvieron buscando el tema durante todo el curso hasta que, al final, Sam lo encuentra en el curso de verano. La fotografía es muy buena, y la parte final en la que Charlie sufre el ataque pone los pelos de punta.
La mayoría de los personajes están muy bien caracterizados. Me gusta lo bien que se personifica a Mary Elizabeth, el detalle de que Sam tenga el pelo corto o Patrick en sí, que a menudo parece mejor hecho en la película que en el libro (potenciado con una impecable interpretación de Ezra Miller)
Una cosa que me gusta mucho es que se de menos importancia a las drogas. En la obra, los personajes consumen todo tipo de drogas, pero en ningún momento se hace una crítica de ellas. En la película, no solo se intenta censurar un poco el consumo para no intentar normalizarlo, sino que se les alude un poco la responsabilidad de que Charlie vuelva a imaginar cosas. Mientras que Chbosky parece intentar crear una atmósfera en la que las drogas duras no son malas y las blandas (marihuana sobre todo) son algo normal, en el film son más recatados.

En definitiva, que os recomiendo que primero veáis la película y luego leáis el libro. Porque yo lo he hecho así y el libro ni decepciona ni aburre, sino que te mantiene atento al ir contándote cosas nuevas todo el rato, además de mostrarte por completo ese secreto revelado con la tía Helen que la médico desvela a los padres de Charlie al final de la película. A parte, se lee en un par de horas, y deja un gran sabor de boca, además de hacerte pensar: ¿a quién iban dirigidas las cartas?

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